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10 junio 2007

Desesperantemente previsible

Cualquiera podía predecirlo. ETA no iba a ceder en sus pretensiones, ni iba a aceptar pactos a la baja con el gobierno de la nación. Igual que una gota de agua que brota en una fuente de alta montaña sabe que tarde o temprano acabará desembocando en el mar, el mal llamado "proceso de paz", se sabía que iba a desembocar en el mar de la frustación.

Pese a todo, vivimos en un país de pandereta, donde todo esta bien, nunca pasa nada y quienes toman decisiones incorrectas, demasiado en este caso, nunca dimiten. Digo demasiado y tal vez me quede corto. ETA estaba pasando por una profunda crisis interna, tanto económica como de militancia. Tenía una tendencia claramente bajista tras las brillantes intervenciones realizadas en las ultimas acciones del gobierno del partido popular.

Pero hemos dado alas a los terroristas. Les hemos demostrado que con un mínimo de luz que arrojen, cedemos la mayor. No tenemos una estratégia común, de todos los españoles, ante el terrorismo. Acabar con el terrorismo no es darles lo que pidan para que acaben sus acciones. Eso conlleva implicitamente reconocer que si no les damos lo que queremos seguirán matando, secuestrando, extorsionando y en definitiva, haciendo uso de un medio ilegítimo para ganar la batalla. ¿Es ética esa postura del gobierno? Sinceramente creo que no.

Este asunto tiene que superar todo partidismo posible. No es política, es seguridad, es paz, es España y sus ciudadanos. No puede Zapatero abanderar la armada española de la lucha contra ETA si en sus mastiles ondean las banderas de la cesión, la falta de consenso y los regalos a los etarras.

Señor Zapatero, un presidente de gobierno no es un presidente de comunidad de vecinos, donde sus decisiones son cuasi irrelevantes para la sociedad. Usted ha dado alas a ETA para volver a ser la banda terrorista que muchos políticos, muchos miembros de los cuerpos de seguridad del estado, y en definitiva, todos los españoles odiamos profundamente.